La concepción clásica de la champetería o champetudismo —champetuísmo en criollo español posee cuatro aspectos importantes: la expresión musical, su jerga distintiva, los Picos y los perreos —fiestas y verbenas—. Hay quienes dan la misma importancia a otros aspectos, como el baile, el activismo político, el diseño de la ropa, el aspecto audiovisual de sus vídeos, y el resto de elementos culturales. Recientemente esta cultura de hecho social se ha apropiado de aspectos artísticos diferenciales al género musical mismo, como son los manifiestos en el cine, la literatura y en las artes plásticas.
En la conferencia Champeta: la Verdad del Cuento, el investigador Enrique Luis Muñoz hace notar, como en los ambientes salseros de Cartagena, ya se empleaba la expresión champetúo fuera del contexto culinario para designar a la persona problemática y de modales rústicos, esto es, como sinónimo de feo y “coralibe” o “coralón”. «Revisar el nombre de los picos más famosos es reencontrarse, revisitar, el predominio de la salsa desde y en el mundo de la caseta o verbena: El Conde, El Timbalero, El Sibanicú, El pijuán, El Ché, El Fidel o El Rojo —por el disco Rojo de Ray Barretto— son evidencias como desde la música y del ritmo, los costeños se reconocen no solamente como partes del Caribe hispano, nombrado desde la latinoamericanidad, sino desde ese Gran Caribe plurilingüe, más incluyente con respecto a la herencia de mamá África...».
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